Para tener idea de la magnitud del impacto, cabe anotar que dos de cada cinco personas en el mundo viven a menos de 100 kilómetros de la costa, y que el 90% de las megaciudades del planeta son vulnerables a la subida del nivel del mar, de acuerdo con UN-Habitat (Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos).
La ciudad flotante estará formada por seis plataformas interconectadas con una superficie total de seis hectáreas y capacidad para alojar a 12,000 personas, pero que podría ampliarse para más de 100,000. Será energéticamente autosuficiente, no generará desperdicios y tendrá un sistema que convertirá los residuos en energía, materia prima agrícola y materiales reciclados, así como un sistema de reciclaje que tratará y repondrá el agua utilizada.
Para la construcción del proyecto, en el cual colaboran el gobierno de Busan, UN-Habitat y la firma de ingeniería neoyorkina Oceanix, se utilizará ‘biorock’, un material más duro que el hormigón, capaz de flotar en el agua, crecer, autorrepararse y hacerse más fuerte con el paso del tiempo.